Nº 2 de Road Cranville, Mansión de Kyrd y Lady Deloys

Sonreí.
- Pues me da igual- noté su sonrisa y lo miré con curiosidad- ¿Qué pasa? ¿De qué te ries?
Entonces fue cuando noté su frío cuerpo junto al mío y vi los 3 centímetros que nos podría separar de su rostro.
Me ruboricé visiblemente y me separé bruscamente.
- Lo siento...- murmuré.

La agarré de la muñeca y la puse de nuevo frente a mí.
Recorrí con el pulgar todo su rostro. Su frente, sus mejillas, sus labios.
Puse el pulgar en la barbilla y levanté su rostro y acerqué mis labios a los suyos.
Pude oir si respiración y su corazón. Estampé mi alento gélido contra su cara y la besé con dulzura.

Temblé entre sus brazos, pero correspondí al beso.
Cogí su cara y me dejé llevar por el beso, ajustando mi cuerpo al suyo.
Pero de pronto recordé todos aquellos vampiros que habían poblado mis mas terrorñificas pesadillas. Recordé la sed de sangre, los colmillos y los ojos rojos.
- Espera, ¿que he echo?- estaba histérica, hablando conmigo misma.
Me separé bruscamente de él, y pasé como un león enjaulado por el salón.
- No, no, no, no- intenté tranquilizarme. Sin éxito- Esto no puede estar pasando.
Me volví hacia Kyrd, temblando.
- Lo siento... yo... me tengo que ir.
Salí disparada hacia el dormitorio, subiendo las escaleras con tanta precipiración que casi me caigo.
Una vez en el domitorio cogí rapidamente la chaqueta que estaba sobre la cómoda y bajé de nuevo.

Tapé la puerta de salida.
-¿Qué pasa? ¿A donde vás, Emily?
En mis ojos se podía leer la preocupacion.
-¿He echo algo malo...? Lo siento...

Sentí como se me rompía el corazón en mil pedazos. ¿Como le iba hacer eso?
- No, tranquilo...- intenté calmarme.- Kyrd, eres un vampiro- dije, como si eso lo explicara todo.
Me acerqué con pequeños pasos temblorosos a él y cogí su rostro entre mis manos.
- Lo que ha pasado... bueno, no debí suceder- susurré con tristeza.

La miré, con ojos trsites.
-¿Acaso un vampiro no puede amar a una humana? -murmuré.
La miré a sus bellos ojos.

Lo abracé con fuerza y no dije nada, mientras enterraba el rostro en su pecho.
- Da igual...- susurré.

La abracé con fuerza, enterrando el rostro en su cabello.
-Lo siento... me he adelantado demasiado... -murmuré.

Negué, todavía negandome a mirarlo y enterrando mas el rostro.
No podía decirle la verdad. No podía.
- Es que... no me hago a la idea...- improvisé.

-¿De qué? -pregunté en un susurro.
Esperé paciente su respuesta.

- Tu y yo...- tragué saliva- es muy raro...
Lo abracé más fuerte, todavía con lágrimas en los ojos.

Bajé la mirada.
-P-¿pero... tú... me amas? -pregunté, cortado.

Tardé varios minutos en responder. No sabía que decir, eran demasiadas cosas las que me decian que me alejara de él.
- Sí- contesté por fin, aunque en mi tono de voz hubo algo que dejaba dudas- Te quiero.
Me separé de él, sin mirarlo, y volví al salón.

Me acerqué a ella por la espalda y bajé la mirada a su cuello.
-¿Me quieres, pero...? -empecé.

- Pero nada- mentí con una amplia sonrisa, dándome la vuelta.
Sin embargo, seguí sin mirarle. ¿Habría advertido como me había mordido el labio inferior momentos antes?

Puse el dedo debajo de su barbilla y levabté su mirada.
Sonreí de manera dulce y cariñosa.
-Dímelo, Emily.

Bajé la mirada, avergonzada.
- Me das miedo- susurré. Parecía que iba a llorar de un momento a otro- No tú, pero si tu parte vampírica. Me da miedo que un día mates... y yo este delante.

Reí entre dientes y la abracé con cariño.
-¡Hola! ¡Soy el bute! -bromeé-. Tranquila, sabes de sobra que eso no va a pasar.

Me separé bruscamente de él y lo miré dolida.
- No te lo tomes a broma, Kyrd, para mí es importante.
Suspiré y alcancé la ventana con paso lento.

Suspiré.
-Lo siento...
Me puse a su lado.
-Estaré esperandote -murmuré.

No me molesté en contestarle y me quedé en silencio, moriendome el labio inferior como si dentro de mí se desatase una terrible lucha de sentimientos contradictorios.
Me volví hacia él, cogí su rostro y lo besé con dulzura.

Correspondí al beso y puse mis manos en su cintura.
Nos besamo durante largo rato hasta que nos separamos para mirarnos a los ojos.

Me quedé hipnotizada por sus ojos. Eran tan...
Alcé una mano para acariciarle la mejilla y sonreí, sin poder evitarlo.

SOnreí yo también y cogí su rostro entre mis manos.
-No tienes que hacer esto si no es lo que deseas -dije en un hilo de voz, cerrando los ojos.

Bajé la mirada timidamente, ruborizándome levemente. Todavía me costaba expresar mis sentimientos cuando estaba él delante.
- Es que en realidad quiero...- admití.
Me callé la segunda parte y volví a mirarlo, con una amplia sonrisa de niña pequeña.

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