El callejón oscuro

Una silueta negra se poso junto al muro de piedras que marcaba el inicio del callejon oscuro.
Junto a él estaba un extraño perro con el hocico machado de roja sangre y con su cadena chorreante del liquido vital comenzaron a deambular por las calles en busca de nuevas victimas de sus extraños y macabros planes.
Podia verse al amanecer acercarse lentamente por el horizante y aun tenia suficiente sed como para dejar sin vida a uno más antes de que el sol interviniera.
Un grupillo de parrandares de la noche anterior aparecian bebidos en el extraño callejon si notar la presencia de Francis quien habia olfateado hace horas el desagradable olor del mal vino y la cerveza añeja.
-Jojojo, día de suerte Kain.- Dijo al perro que respondio con un ladrido amistoso mientras se relamia los bigotes y comenzaba a gruñir al grupo.
-Silencio... los embotellaremos.- Dijo con una sonrisa macabra mientras se acercaba a una taberna cercana y salia de ella junto con unas 5 botellas vacias de aproximadamente un litro.
-Kain...- Susurro con su extraña sonrisa mientras el perro se abalanzaba por la espalda sobre uno de los sujetos que sin entender bien lo que sucedia no hizo mas que gritar frente a las mordidas que le propinaba en el cuello. El grupillo intento ayudarle inutilmente, el perro estaba adherido a su pescuezo y no lo soltaria hasta verlo palido y sin vida.
-Jojojo.- Comenzó a reir a sus espaldas mientras le clavaba el puñal en el pecho a uno de los sujetos el cual caia rendido en el suelo.
Dos huyeron despavoridos, pero una, la mas bella del monton, se quedo sola arrodillada mientras observaba como el perro ahora cargaba con la cabeza del primero en el hocico y ahora se abalanzaba sobre ella para practicarle exactamente la misma secuencia.
-¡Kain!.- Gritó Francis mientras chasqueaba dos dedos y el gran perro se abalanzaba sobre la muchacha destrozandole el rostro de un solo mordisco.
Tras la cruel masacre solo quedaban tres cadaveres degollados y apuñalados.
Francis se acerco a cada uno y con un gesto mas bien vil comenzo a llenar las botellas vacias con la sangre de sus victimas. Cinco botellas llenas era el botín de aquella velada.
Se sentó un segundo en el suelo para poder ver a los individuos con más detenimiento.
"En... que me he convertido..." Pensaba mientras el perro comenzaba a mover la cola amistosamente pensando en algún juego seguramente.
"En un asesino... eso es lo que soy... un vil asesino..."
Una sonrisa cruzó su rostro llegando a parecer casi demoniaco mientras se colocaba de pie y reia frente a la luna como un desquiciado.
-GYAHAHAHA!, venid malandrines, Francis Drake embotellara vuestra sangre!.-

Al ver el amanecer volvio su capcucha sobre su rostro y con las manos en los bolsillos camino arrastrando los botellas de sangre hacia otro sitio.

Llegué allí y me apoyé en una pared. Fui cayéndome hasta quedar sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared.
*Kyrd...* Llamé mentalmente a mi hermano mientras me abrazaba a mi misma... podría decirse que era lo único que me quedaba en aquel momento.

Miré en dirección a la que se encontraba mi hermano, pero sin llegar a mirarlo a él, sino a la niña y a Emily.
-¿Por qué preguntas algo que resulta evidente? -Dije simplemente, mientras me incorporaba lentamente.
-"¿Que te crees, que por no estar atada a nada sufrirás menos o podrás elegir? No puedes y simplemente porque es así" -Dije imitando la voz de Paul.
-He visto a Salazar -Anuncié después de que se me pasasen mis delirios.

-En parte -Susurré simplemente, pensé que él me entendería... Salazar nunca actuaba el mismo, siempre eran sus siervos los que hablaban por él.
Alcé mi mano derecha, que seguía un poco enegrecida.
-Michelle -Dije mientras miraba fíjamente mi mano, como si la señalase con la mirada.
-Ella se llevó la peor parte -Dije indiferente mientras volvía a mirar a mi hermano.
-Y esas son de... Paul -Susurré mirando hacia otro lado.

-Tranquilizate o acabarás matando a tu humana como sigas con esa furia encima -Dije con frialdad sin mirar a la pared, seguía mirando hacia el suelo... pensando.
-Ten cuidado con Michelle, todo lo que toca se "muere" -Seguí mirando al suelo durante un rato, abrazándome a mi misma, recordando los viejos tiempos.

-¿Por qué preguntas cosas que ya sabes, Kyrd? -Repetí de nuevo, recuperándome lentamente. Alcé la cabeza hacia el cielo para observar la luna de nuevo.
-No me mató -Dije mientras volvía a mirar a Kyrd. -De milagro sigo aquí -Dije mirándolo fíjamente.
-Salazar ha vuelto más fuerte que nunca -Dije con indiferencia.

-¿Y qué quieres que le haga, Kyrd? Tú tampoco deberías de haberte enamorado de esa humana y menos haber tenido un hijo y lo hiciste... Paul sigue siendo mi debilidad -Susurré aquellas últimas palabras con melancolía.

-¿Vas a seguir echándomelo en cara? Porque paso de tener que aguantarlo, ya me culpo yo sola no necesito tu ayuda, gracias -Dije mientras me levantaba recuperada del todo.
-Ten cuidado, quieren a tu hija y al parecer a tu mujer también... ya no van a por tí -Dije mientras empezaba a alejarme.

Miré hacia otro lado.
-Era tu hermana hasta que te fuiste -Dije apartándome de él, no me gustaba que mostrase tanto cariño hacia mí, porque el tiempo sí cambiaba las cosas.
-Cuida a tu esposa y a tu hija, yo puedo cuidarme por mi misma -Dije mientras lo miraba fíjamente, las señales que habían dejado mi pelea se fueron cicatrizando hasta desaparecer.

Agarré el cuchillo y lo acerqué a su cuello, haciendo que una ebra de sangre brotase de él.
-Tú no me conoces, no digas como soy porque no me conoces -Dije acercándolo más, la raja se hizo más profunda y la sangre brotaba a gran velocidad.
-Sabes que no quiero matarte, ¿De qué me serviría? -Lo miré fíjamente, me había encontrado en un momento de debilidad pero no volvería a repetirse.

-Sería capaz Kyrd, ¿Pero acaso ganamos algo si te mato? La respuesta es no -Dije mientras apartaba el cuchillo de su cuello. Sus heridas comenzaron a sanar, a cicatrizarse.
-No fuiste el único que te estuvo buscando y... ¿Recuerdas qué pasó cuando te encontré? Que te fuiste y me dejaste SOLA -Dije con frialdad, recordando viejos tiempos.
-Pero tu no debes morir, tú perteneces a un lugar, tienes familia gente que te quiere -Miré fíjamente sus ojos, clavando los míos en los suyos.

-Venga ya Kyrd, tú fuiste el único que se sacrificó, cómo no -Dije poniendo los ojos en blanco.
Me subí al tejado de una de las casas con gran facilidad, sin hacer ningún ruido. Me eché hacia atrás y contemplé la luna con añoranza.