El cementerio

Me acerco al vampiro
-Dejala, esto es un tema entre ellos-

-Bueno creo que lo mejor sera que me valla ya que no me necesitais y yo os molesto aquí-

Me quedé muda de asombro, ¿Salazar iba a venir a matarme y
tan tranquilo se quedaba? Me quedé sin poder hablar, aquello no
me lo podía creer. Lo miré tristemente, aquel vampiro era mi mayor
debilidad... aquel vampiro que me estaba matando por dentro lentamente.
Derepente volvió una de mis constantes sacudidas de recuerdos, intenté
gemir lo menos posible, pero aún así no lo conseguí. Chille y mi retorcí de dolor
ante la mirada de todos.
Otra vez los mismos recuerdos. Me levanté con esfuerzo y seguí mirando a
Paul con tristeza, había durado tan poco... bueno, por lo menos había podido
ser feliz antes de mi muerte.

-¿O preferis que me quede?-

No espero que me respondan y me voy

Lo miro llena de sufrimiento. Otra sacudida vuelve.
Me vuelvo a retorcer de dolor.
Grito todo lo fuerte que puedo.
-¿P-Paul? -Logré susurrar.

Lo abracé fuertemente con las pocas fuerzas que me
quedaban.
<¿Qué te a pasado?> logré preguntarle.
No tenía energía casi y lo sabía, necesitaba comer, pero no quería
irme y dejar a Paul allí.

<No... no te vallas por favor... no me dejes...> Ya me costaba
hasta hablar telepáticamente, pero no me importaba. Si moría
prefería que fuera allí antes que en otro sitio. Me intenté levantar,
pero, no pude aguantar mucho de pie por lo que me tuve que apollar
en una lápida.

Lo miré dulce y tristemente. <H-h-h-has vuelto...> Conseguí
decir después de un buen rato. Me levanté lentamente apollandome
en él principalmente y lo abracé fuertemente. <Te quiero...> le dije
un poco recuperada.

<Si que te fuiste, el de antes no eras tú> Me fui
recuperando poco a poco. <Sí, estoy bien> le sonreí
dulcemente <Tengo hambre> le acaricié la cara <Pensaba
que nunca volverías> le dije tristemente.

Lo miré fijamente <Si no puedes volver, no
te irás> lo miré tristemente.
Miré para otro lado avergonzada cuando mencionó
que debería irme a beber, no me importaba, ya me encontraba
mucho mejor.
Miré sus ropas manchadas por primera vez, la verdad es que no
me había dado cuenta de aquello.

Lo miré con dulzura.
<¿El qué tengo que perdonar?> miré sus preciosos ojos
dorados, <No tengo nada que perdonar> le sonreí.
Acerqué mis labios lentamente a los suyos y lo besé con
toda la dulzura que pude..

Me encogí de hombros
<Puedo soportarlo> le dije mientras
le acariciaba su perfecto rostro.