Nº 2 de Road Cranville, Mansión de Kyrd y Lady Deloys

Sonreí ampliamente y besé su frente.
Miré sus ropas, las cuales estaban desgarradas y hechas jirones.
-¿Quieres algo para ponerte? -alcé una ceja y sonreí, juguetón.

Me mordí el labio inferior y aunque estaba nerviosa y seguramente roja como un tomate, me acerqué mucho a él y lo besé.

Pasé mis musculosos brazos por su cintura y la pegué más a mi, haciendo que se encorbara.
Bajé mis labios hasta debajo de su mandibula y besé su cuello, con lentitud.

Sonreí al notar sus labios, loca de placer.
¿Cuantas veces habría soñado con ese momento?
Acaricié su pecho desnudo, miestras diriguía de nuevo sus labios a las mios, para besarlos freneticamente.

La besé con pasión y la pegué junto a la pared.
Fui bajandoo lentamente. Su mandibula, su cuello...

Correspondí al beso, sin creer lo que estaba apunto de hacer.
De un fuerte tirón me quité la camiseta, buscando desesperandamente de nuevo los fríos labios de Kyrd.

Me separé de ella con brusquedad y busqué una manta para, más tarde, liarla con ella.
Besé su cabeza.
-No llegaremos a esa punto -murmuré, sonriente.

- Vale- susurré tajante.
Me tapé más con la manta y me senté en el mismo sillón de antes, con la misma postura y el tarro en mano. Empecé a comer sin mirarlo.

Subí a la habitación y busqué entre la ropa de Deloys una camiseta blanca de manga corta y unos vaqueros.
Bajé y las dejé en el sofá.
Me senté en el suelo y la miré, curioso.

Seguí comiendo durante un buen rato más, ignorándole.
Me levanté y dejé que la manta resvalara hasta el suelo, enseñando mi cuerpo semi desnudo.
No lo miré cuando dejé el tarro vacío sobre la mesa; ni cuando me cambié de ropa, tirando lo que antes habían sido mis patalones y ahora no eran más que jirones de tela marrón.

Me levanté y la cogí por la cintura.
-¿Estás bien? Lo siento... es solo... que soy demasiado fuerte para tí -murmuré, bajando la mirada.

- Ya- susurré secamente.
Dejé que me abrazara, pero no correspondía el abrazo.
- Estoy cansada, me voy a dormir.
Quité con cuidado sus brazos de mi cintura y subí las ecaleras hasta el dormitorio, donde me acosté de espaldas a la puerta, ahora cerrada.
Sabía que no podría dormirme.

Subí las escaleras y toqué la puerta de la habitación con los nudillos.
-Emily... de verdad que lo siento... -la tristeza fluyó por mi voz.

No me molesté en hablarle.
Estaba deseosa de abrazarle, de que me meciera en sus brazos y me dijera que me queria. Quería besarlo y que me besara, pero me contuve, sin ánimos ni ganas de que me rechazaran de nuevo.

Suspiré.
-Emily... sabes que no es por tí. Es por mí ¿vale? Por favor, ábreme.
Me apollé en el marco de la puerta.

- Estoy durmiendo- alcé la voz para que me escuchara.
¿Espera? ¿Estoy durmiendo? Tonta, tonta, tonta, tonta.
Suspiré con resignación y abrí la puerta.
Rapidamente volví a la cama, dándole la espalda.

-Tu respiración decía que estabas en la puerta.
Me tumbé con ella en la cama y la abacé e hize que se volvíera a mí.
Sonreí con dulzura y besé su frente.
-Te prometo... que cuando esté preparado lo haremos -la miré a sus ojos.
Y era verdad lo que decía, iba ha hacerlo, algún día.

Lo miré con repulsión.
- ¿Cuando esté preparado?- suspiré, exasperada.
Me aparté de él, rehuyendo su contacto.
- ¿Crees que lo que me ha molestado es que no estubieras preparado?- lo miré fijamente- Me ha molestado que una vez más, aunque sea incoscientemente, hayas echo notar que somos diferentes, que no soy como tú y que nunca voy a poder alcanzarte. Todavía no entiendo por qué estas conmigo cuando podrías tener a cualquier vampiresa que quisieras, pero tampoco me importa. ¿Como crees que me siento cuando me recuerdas que somos diferentes, que lo que siento por ti no debería existir? ¿Sabes lo que duele olvidarlo y que vuelva a nacer?- cogí su cara entre mis manos con infinita dulzura y lo miré fijamente-, susurrándole- Te quiero, pero pareces no comprender lo muchisimo que me duele no ser como tú y no poder alcanzarte. Porque aunque parezca que estamos juntos y tu tan cerca de mí, sé que hay una distancia que no puedo salvar.
Entonces creí entender cuanto le dolía a él también, pero me callé, por miedo, mas que por otra cosa.
Sabía que lo que le iba a pedir era una locura, pero necesitaba estar con él.
- Muérdeme- supliqué en un susurro, rozando mis labios con los suyos.

La separé unos centímetro de mí.
No -me puse serio y me levanté de la cama.
Me acerqué lentamente a la ventana y bajé los hombros. apollé mi fía mano en el cristal.
-No quiero que seas como yo.

Lo miré con tristeza, y me acerqué a él, abrazándole por detrás, aunque parecía una enana detrás de su espalda y los brazos no me daban como para abrazarle lo suficiente.
Apollé la cabeza en su espalda.
- Pero yo sí quiero ser como tú...- susurré.
enterré más el rostro.
- te quiero...

Me volví y la abracé con fuerza.
-Dale tiempo al tiempo, Emily -susurré.
La fui dirigiendo a la cama y la arropé.
Esperé a que se durmiera.

Sonreí una vez tumbados.
Una vez más, cogí su cara entre mis manos y lo besé con dulzura, lentamente, saboreado sus labios.
Separé nuestros labios y me acurruqué en sus brazos. Queria que me meciera, que se quedara todo el día conmigo, que no me dejara sola.
Poco a poco, los párpados fueron pesando demasiado, el cuerpo me gritaba reposo. Por fin caí en un profundo y reparador sueño, perdiendo así mi lucha.

La mecí con lentitud y esperé a que los primeros rayos de sol se adivinaran por el horizonte y cuando lo hizieron bajé la vista hacia Emily y besé su frente y acaricié su espalda semi-desnuda.
Sonreí.

Sonreí, todavía con los ojos cerrados. La caricia de Kyrd me hacía cosquillas.
Abrí los ojos con lentitud y ensanché mi sonrisa.
- Hola- susurré, medio adormilada.

Me acerqué más a ella.
-Buenos días.
Busqué sus labios y cuando los encontré la besé con dulzura, lentamente, disfrutando.

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