Nº 2 de Road Cranville, Mansión de Kyrd y Lady Deloys

Correspondí al beso para luego dejarlo a la mitad, apartándome suavemente con una sonrisa juguetona.
Me levanté con un salto de la cama y lo miré sonriente.
- Quiero salir de aquí

-Está bien.
Me pusé una camiseta negra y la cogí de la mano.
Salimos por la puerta y desaparecimos.

Abrí la puerta con rapidez y entramos.
La solté de la mano y me apollé en la puerta.
-¿Tienes hambre o algo por el estilo? -pregunté en un hilo de voz.

Negué timidamente, desviando la mirada y clavándola en el suelo.
- ¿Por qué haces esto? Después de lo que te echo...- mi voz se quebró.

Sonreí con trsieza.
-Has hecho lo que tenías que hacer -expliqué con lentitud y cerré los ojos-. No puedes arriesgar tus
sentimietos por estar conmigo. Has hecho lo que debías hacer.
Cambié el peso de mi cuerpo de un pie a otro.

Lo miré sorprendida.
- ¿Por qué te enfadas? ¿Por qué no gritas, pegas o me echas de tu vida? ¿Por qué lo comprendes?- casí grité.
- No puedo... no puedo agantar esa indiferencia. No puedo seguir en tu vida sabiendo que... bueno, sabiendo que te echo daño- y al fin, lloré.

Hize un intento de abrazarla, pero no pude.
-No llores. No es culpa tuya... -murmuré.

- Que no es mi culpa- reí, con la cabeza gacha y las lágrimas todavía precipitandose contra el suelo.
Apreté los puños con tanta rabia y fuerza que me hice sangre.

Olí su sangre y tensé mi cuerpo.
-¿Cuándo aprenderás a no desangrarte tu sola? -murmuré, son sarcasmo.
Puse mi mano frías en las tuyas, haciendo que las heridas cicatrizaran más rápido.

Ignoré su sarcasmo y sus palabras.
Me quedé llorando ahí de pie, con la cabeza gacha y sintiendo su frío contacto en mis manos.

Las pequeñas heridas cicatrizaron, pero no respiré de nuevo.
-Tranquilízate, no tienes por que llorar. Emily, es lo que sientes, no te eches la culpa por ello.

¿Lo que sentía? ¡Já!
- Si, tienes razón- levanté la cabeza y me sequé las lágrimas, formando una mueca amarga en mis labios.
Lo miré directamente a los ojos.

La miré con mis ojos metálicos y sonreí.
-¿Seguro que no quieres comer nada? -cambié un poco de tema, intentando que se olvidara
de lo que había pasado.

- No, no tengo hambre- susurré.

Me acerqué a ella y tome su rostro con mis manos. Nadie podía saber lo que dolía ese acto.
-Deja de culparte por lo que ha pasado. No sientes amor por mí, no es tu culpa. Deja de machacarte, por favor -rogué.

Me dolía tanto mentirle...
- Valé- contesté, bajando la mirada y apartándome de su contacto.
Fui al salón y me acerqué a la ventana, sentándome en el alfeizar.

Me fui al salón y me senté en el sofá y recliné la cabeza hacia atrás, con la mirada ausente.
Suspiré.

No me moví del sitio.

La miré sin que ella se percatara.
Dolía tanto que una vez más, me hubiera equivocado de persona. Primero con
Deloys y ahora con ella...
Pero la quería tanto... era tan fuerte el dolor...
Bajé la mirada.

Lo miré de reojo.
- ¿Pas algo?- le pregunté, preocupada.
Me mordí el labio inferior, aguantando las ganas de acercarme a él.

Negué con la cabeza.
-No, nada en absoluto.
Sonreí con tristeza.

Me acerqué despacio, quedando a más o menos un metro de él.
- Te pasa algo.

Amplié mi sonrisa.
-No me pasa nada -la miré con fijeza con mis ojos plateaados.

Me mordí el labio inferior.
- Vale...- susurré.

Me levanté del sillón y me quedé parado sin saber que hacer.
-Qué aburrido es esto... -murmuré para mí.

» Lady Deloys a su servicio
» Pasado de Lady Deloys