Nº 2 de Road Cranville, Mansión de Kyrd y Lady Deloys

Despues de besarnos me sapero un poco de ella y la miro a los ojos.
Le sonrio con dulcura y le doy un beso en la frente.
-Te quiero -murmuro.

Rio por lo bajo.
Yo tambien-le digo en el mismo tono-.
Recorro sus labios con mi dedo indice.
Me separo un poco de ely salgo de la habitacion con paso firme.

Dejo que se valla y cierro la puerta con ciudado.
Me desplomo en cama, para intentar dormirme.
Para mi sorpesa me quedé dormido casi al instante, en aquella fría y mullida cama.

Una luz cegadora me desperto.
Había dormido por muchos día y ya me encontraba mucho mejor.
Mis heridas habían mejorado... algunas.
Me levanté de la cama y todas las cosas me vinieron de golpe.
Salazar, Lynd, Deloys... todos a la vez.
Recordé la última noche con Deloys, en esta misma cama.
Sacudí la cabeza. "No, Kyrd, no" me decía una y otra vez. Pero era la verdad.
Por mi culpa ella casi muere y eso no me lo iba a perdonar en la vida.
Quizás las cosas estén más claras ahora. Si quería protegerla... tendría que alejarme de ella.
Cerré los ojos y me levanté. Estaba vestido, cosa que no me acordaba de ello.
Bajé las escaleras hasta el salón y cogí lapiz y papel para escribir.

"Amada Deloys:
Te amos más que a nada en el mundo pero creo que esto ha llegado a su fin.
Tengo que irme de Eldonya por asuntos personales. Me duele mucho decirtelo, pero
no hay otra manera de hacerlo.
Espero que seas muy feliz aquí y que olvides pronto.
Hazme un favor: Intenta no meterte en muchos problemas...¿de acuerdo?
Lo siento.

Kyrd"

Me dolía mucho decir esas palabras, pero era loq ue debía hacer para protegerla de mí.
Doble la carta por la mitad y la dejé encima de la mesa.
Me encaminé a la puerta. No me separaré de ella, pero no dejaré que me vuelva a ver.
Cogí ni capa negra y me la eché por los hombros. Suspiré y di un ultimo vistado a mi casa.
-Cuidate, pequeña...-susurré para mí.
Cerré la pierta y corrí a ningún lugar en concreto.

Abrí la puerta de una patada y la cerré tras de mí.
Subí con rapidez a Emily a la cama de arriba y la tumbé.
Me fui al baño y rebusqué en una especie de botiquín. Hallé vendas, alcohol y tiritas que no pegaban muy bien.
-Me sierven -admití.
Volví a la habitación y le subí la camiseta a Emily, para obervar la herida. Cogí un trozo de mi camiseta rota y lo empapé en alcochol.
-Va a dolerte un poco... -murmuré y con la otra mano apreté la suya.
Puse delicadamente la prenda empapada en su herida.

Solté un pequeño gemido, pero luego noté su fría mano y la estreché con tanta fuerza que me hice daño.
Apreté los dientes, cerrando los ojos.
- Para.. hay mucha sangre...- solté con esfuerzo.

Limpié la herida.
-No me importa -dije, tajante.
Lentamente fui limpiendola poco a poco. Sonreí debilmente y puse una cuantas tiritas a modo de puntos en la herida. Después la lié con uan venda, bastantes veces.
Esperé un rato y observé que la herida ya no sangraba.
-¿Ves?
Puse tiritas lentamente en cada uno de los cortes más proxundos que tenía en su bello cuerpo.

Le dediqué una dulce sonrisa y levanté un poco la cabeza para ver la mano de obra.
- Se nota que no estás muy acostumbrado a curar- bromeé- pero te lo perdono.
Sentí su piel fría y dura acariciando mi cuerpo, curándolo, protegiendome y no pude evitar estremecerme.
¿Era posible que me hubiera enamorado de un vampiro?
Sacudí la cabeza, intentando quitar aquellas ideas de mi cabeza.

Me reí entre dientes.
La arropé de nuevo en mis brazos y acaricié su piel, lentamente.
-¿Te encuentras algo mejor? -sentú su estremecimiento.

Me acurruqué en sus brazos, apoyando la cabeza en su pecho de mármol.
- Sí- me sonrojé levamente y dije:- Gracias... gracias por todo- añadí a toda prisa.
Enterré más el rostro en su pecho, nerviosa.

Sonreí y la estreché más contra mí. Me encantaba cuando se ruborizaba.
Nos tumbamos en la cama y me separé un poco de ella.
-Es hora de que descanses un poco -dije, mirándola fijamente con mis ojos plateados.

Salvé la distancia que había entre nosotros y me colé entre sus brazos, poniendome de nuevo la cabeza en su pecho.
- No te vayas- supliqué en un susurro- Por favor...
Cerré los ojos, esperando que me abrazara y se quedara conmigo, velando mi sueño.

La estreché con fuerza entre mis brazos y la mecí.
-No voy a irme -susurré en su oído.
Respiré hondo y jugueteé con algunos mechones de su pelo.

Sonreí, aunque creo que no vio mi sonrisa.
Con los ojos cerrados comencé a acariciar su pecho, dibujando círculos e intrépidas líneas sinuosas.
No sé cuando me llegó el sueño, pero por una vez en mucho tiempo, me sentí segura.

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Dos horas después...

Me desperecé inutimente. Estaba entumecida de pies a cabeza y temblaba de frío.
Abrí lentamente los jos, topándome directamente con los de Kyrd.
Sonreí.
- Buenos días.

Le dediqué una dulce sonrisa.
-Hola.
Alcé una ceja.
-¿Tienes frío? -pregunté.

Negué, incorporándome y volviendome a desperezar como un gato.
- ¿Cuanto he dormido?- pero antes de poder preguntarle de nuevo la sonaron las tripas.
Desvié la mirada, roja como un tomate.
- Creo que me voy a levantar.
Me arrastré hasta el borde de la cama y me levanté con algo de esfuerzo. Sentí bajo mis pies el suave y frío suelo, hasta que mis piernas volvieron a fallarme y tube que sujetarme en la pared.
En ningún momento miré a Kyrd.

Estuve detrás suya en una milesima de segundo.
La agarré por la cintura.
-Estás muy debil... no sé si abajo habrá algo de comida humana -sonreí.
Pase mi brazo por du cintura y el suyo por mis hombros.
-Ve despacio -murmuré.

Despacio, quité su brazo de mi cintura y el mio de su sus hombros.
- Puedo andar- aseguré.- Solo estoy algo entumecida.
Di dos pasos con cuidado, hasta que sentí el hormigueo aquel que sentias cuando se te entumecía un miembro. Los moví todos con una amplia sonrisa y miré a Kyrd.
Entonces bajé las escaleras a toda prisa y busqué la cocina como una niña curiosa.

Bajé y me apollé en el marco de la puerta.
-Creo que había algo de pan y manqueca en esos estantes... -señalé.

Fruncí el ceño.
- ¿No tienes nunca invitados humanos?
Entré en la cocina y busqué los alimentos. Miré el pan con moho.
- Genial, esto puede que lleve aqui siglos.
Sin embargo, encontré la manteca más o menos comestible y me fui al salón.
Me senté en uno de los polvorientos asientos y recogí las piernas, pegándolas a mi pecho.
Destapé el tarro y metí el dedo.
- ¿Quieres?

Negué con la cabeza y me senté en la mesa, mirándola.
-¿Está comestible?

Reí.
- Vamos a ver
Armándome de un valor fingido, metí el dedo en la boca y lamí la manteca.
- Deliciosa- le dediqué una amplia sonrisa- Venga, pruebala- añadí suplicante, metiendo de nuevo el dedo y haciendo un giro de 180º sobre el cristal del tarro.

-No me gusta la comida humana, toda para tí -sonreí.
La miré atentamente, como si fuera la cosa más bella del mundo.

Me enfurruñé.
- Pues la vas a probar- anuncié decidida.
Con las carcajadas como grito de guerra me avalancé sobre Kyrd y intenté que probara la manteca.

Chupé la manteca y la tragué con repulsión.
-No me gusta, definirivamente.
Me di cuenta de que al abalanzarse contra mi estabamos demasiado juntos.
Sonreí.

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